
Inma de Santis en Brighton (Reino Unido), en 1982
¿Cuántas mujeres hermosas hay en el cine o la televisión? Los cinéfilos lo sabemos bien: decenas, centenas, millares... Las hay por todas partes. Yo podría redactar —y quizá lo haga un día para entretenerme—una extensa relación de las actrices que desde finales de los 70, cuando empecé a disfrutar del séptimo arte, han despertado mi interés. Las dos primeras, aunque no eran lo que se dice muy guapas y tampoco me gustaban especialmente, quizá fueron Carrie Fisher, la princesa Leia en Star Wars (1977), y Margot Kidder, Lois Lane en Superman (1978). Luego llegaron los 80 y una actriz que ya me gustó mucho más, Brooke Shields en The Blue Lagoon (1980). Españolas ninguna. El cine español no me interesaba y la única española de la que tenía nociones era de Marisol, bella mujer que te encontrabas de vez en cuando en TVE, en películas aburridas en las que hacia de niña-mujer.
He aquí que, aproximadamente a mediados de esa gran década de los 80, cuando en el cine deslumbraba Kelly LeBrock con la comedia juvenil Weird Science (1985), una madrugada me enganché no sé cómo con Juego de amor prohibido (1975), en televisión, y así fue como vi por primera vez a una joven Inma de Santis, quizá en la película que con más eficacia ha logrado captar su magnificencia, la nobleza de sus facciones. Es cierto que en ese momento no me quedé con su nombre, la archivé como una chica mona más y prácticamente la olvidé a ella y a la película. No fue hasta 1987 o 1988 cuando con el magazín Fin de Semana redescubrí sin saberlo a Inma, sin identificarla como la protagonista de Juego de amor prohibido, pues era 13 años mayor y el peinado no se parecía nada, pero en esa ocasión sí que sí, sí que me quedé con su rostro, con su nombre y con su voz, una voz y un estilo de hablar y actuar que activaron los mecanismos neurológicos que conducen al enamoramiento. Irreversible. Hallé algo, una causa cuyo efecto hace que hoy, en la víspera del 21 aniversario de la muerte de Inma, todavía esté hablando de ella y la recuerde todas las semanas... O todos los días. De esas decenas de actrices atractivas que en algún momento me han hecho exclamar con admiración, ninguna ha sido capaz de seducirme como lo ha hecho Inma, con carácter vitalicio.
Voy a expresar un deseo para 2011 y más allá: que salgan a la venta en DVD, Blu-ray o el formato que sea todas las películas de Inma. De muchas sólo disponemos de copias de pésima calidad sacadas de viejas cintas VHS, ¡y eso si hay suerte! Espero conseguir alguna copia de las para mí todavía inéditas El juego del diablo (1975) y Madres solteras (1975), ambas de un periodo, el mismo que Juego de amor prohibido, en que Inma era una mujercita deliciosa. Otra que me falta y por la que tengo interés es Experiencia prematrimonial (1972). He observado que estas películas españolas de los años 70, y no sólo las de Inma, ya no las suenen poner casi nunca en televisión, y mira que ahora tenemos una oferta de canales que suman más de los que podemos recordar y que, además, nos permiten grabar las películas en un disco duro. Paradójicamente, era más fácil que las emitieran durante el monopolio de TVE.
El 21 de diciembre se cumplen 21 años sin Inma, mortal en la carne, inmortal en el celuloide. La australiana Vanesa Amorosi lo decía bien en su fantástica canción oficial de los Juegos Olímpicos de Sydney 2000: Heroes Live Forever. Los héroes viven para siempre. Inma es mi adictiva heroína.