La mejor forma de ir conociendo a Inma es por sus propias palabras. Comienzo por la transcripción de una de sus últimas entrevistas, en 1988, en la que destacaría la ilusión de Inma por hacer poco a poco realidad su sueño de convertirse en directora de cine. En los próximos días añadiré otras entrevistas más antiguas a las que, anticipo ya, espero sumar mi propia entrevista a la madre de Inma.
Revista indeterminada. 1988
Tenía cinco años cuando su madre la llevó a una productora que buscaba niños para la película «El niño y el muro», pero en la prueba le comió la lengua un gato y no articuló palabra hasta que otro niño la llamó imbécil. «Eso lo serás tú», respondió pizpireta y desenvuelta mientras le lanzaba una infantil mirada de odio, que cautivó a Ismael Rodríguez, el director de la película. Esa niña tiene ahora veintinueve años y hace diez que no interpreta cine porque después de licenciarse en la rama de Imagen, de Ciencias de la Información, prefiere dirigirlo y estar detrás de la cámara. No le ha ido mal, porque su primer cortometraje, «Eulalia», ya ha recibido un montón de premios, y detrás de esa carita tierna, frágil y angelical que nos anuncia desde la pequeña pantalla toda la programación del fin de semana, en cuanto a películas se refiere, se esconde una mujer perseverante, un poco cabezona, metódica, trabajadora y minuciosa. Una mujer con carita de niña que dejó el cine porque lo que le ofrecían era malo, chabacano y casi siempre de injustificado desnudo. Se entusiasma con todo lo que hace: cine, teatro, televisión, cortos, guiones…, pero lo que verdaderamente le divierte es dirigir cine y poco a poco, se prepara para su gran película.
Estamos desayunando, aunque un poco tarde, en un lugar rodeado de japoneses que extienden los planos de Madrid sobre una copa de jerez, mientras ríen, cotorrean y comentan algo bastante divertido, en ese café que les hace sentirse como en casa, quizá por su nombre, Café de Oriente, o tal vez por ver a su alrededor tantos nipones que a nosotras nos parecen iguales. Nos reímos un poco y enseguida Inma me cuenta su vida. «La verdad es que tengo una memoria un tanto extraña y de aquellos años de mis comienzos apenas recuerdo nada. Tengo una ligera idea de algunas gentes, de ciertas sensaciones, de más de una situación, incluso de broncas, pero de escenas de rodaje, de papeles que interpretaba, casi nada. Tenía cinco años cuando empecé y a esa edad no se asimilan las cosas; después cuando hice películas como "El otro árbol de Guernica", sí me acuerdo de algo más, parece que estoy viendo cómo vomitábamos todos en aquel barco, el frío que pasamos y las friegas de alcohol que me tenían que dar en las piernas para que no se me pusiesen moradas. Rodábamos en invierno y de noche, disimulando un verano maravilloso y aquello me divertía horrores. Hasta los dieciocho años hice veintidós películas, pero desde entonces no me han vuelto a llamar. Me han llegado ofertas, sí, pero nada interesante, porque en los años mil novecientos setenta y seis y mil novecientos setenta y siete el cine estaba atravesando una etapa de transición, y se hacían cosas frívolas y comerciales, para las que no se necesitaban cualidades profesionales, bastaba con el físico. A raíz de ahí dejé de hacer cine y los proyectos más ambiciosos aún no me ha llegado.»
«Pero todos estos años no he estado parada. He hecho teatro y mucho, y al terminar el COU me matriculé en la Facultad de Ciencias de la Información y me licencié en la rama de Imagen. Esto de la imagen es algo que me apasiona, porque hay cien maneras de contar las cosas, las historias, las verdades y las mentiras, porque tienes mil facilidades y dificultades para expresar su lenguaje; porque no quiero prescindir de nada de lo que me gusta y, por ahora, hacer cine, hacer cortos, me vuelve loca. ¿Retirarme de actriz? No. Un actor no puede retirarse nunca, es algo que se lleva dentro, sobre todo yo, que prácticamente aprendí a andar en el cine. Si hasta ahora he hecho más teatro y televisión ha sido porque me han venido así las cosas, pero eso no quiere decir que yo haya abandonado mi carrera. He estado como escondida, pero me ha venido muy bien, porque he hecho otras cosas y actúo coherentemente con lo que me he planteado. ¿El desnudo? Nunca lo hice y fue precisamente por mantener esa coherencia. En los años setenta el cine que se hacía era ése, el del desnudo, daba igual que fueses una actriz con experiencia, con preparación… al final, todo se reducía al destape. Ahora, tal vez lo haría, me desnudaría si viera que el guión era bueno, la película estupenda y el director aún mejor. Pero precisamente dejé de hacer cine por no desnudarme.»
Pero mientras tanto no desaprovechó el tiempo, fue anotadora en dos películas y realizó su primer corto, «Eulalia», un filme de quince minutos que obtuvo el premio extraordinario del IX Festival de Cine Independiente de Elche, el primer premio del Festival de Alcalá de Henares, galardones de los que se siente casi más orgullosa que de sus veintidós películas. Luego hizo un vídeo para el Instituto de la Mujer titulado «Seis mujeres, seis» y en estos momentos, compaginando su trabajo en televisión, está preparando una serie de guiones para hacer más cortos. «Si la historia es interesante, el género es lo de menos. Hoy puedes hacer un melodrama y mañana una comedia. Cuando acabe con mi contrato en televisión, comenzaré a rodar un corto de media hora, en el que ahora trabajamos el guión. Sí, sí, hago el guión, como casi todo el mundo, por problemas económicos que obligan al propio director a trabajar en él, lo cual encasilla a hacer un cine de autor o una adaptación literaria. Salvo Rafael Azcona, no hay guionistas de oficio y eso es malo para el cine. A mí me encantaría que llegase alguien y me dijese, mira he escrito este guión, ¿te gustaría dirigirlo? El verme obligada a buscar relatos o novelas que quiero adaptar, es un follón. ¿Largometrajes? No, todavía es muy pronto. Tengo que esperar a estar lista y esto no sé cuándo será, porque soy muy lenta. En este momento tengo dos o tres historias guardadas para llevarlas a la pantalla grande, pero por ahora no quiero tener ese riesgo de dinero, porque los riesgos hay que correrlos con cierta seguridad y eso hay que ir afianzándolo poco a poco. Yo necesito seguir el pulso de las cosas o al menos sentir la sensación de que lo tengo, aunque luego me estrelle. No, no soy cabezota, sino perseverante e insegura, quizá por eso necesito tener todo muy controlado y verlo muy claro. Creo que hasta que ruede mi primera película de largometraje necesito hacer cuatro o cinco historias de cortos para ver cinco maneras distintas de enfocar un hecho o una fantasía. Además, yo no tengo dinero como para decir que, como me sobran veinte millones voy a hacer esta película o la otra. Tengo que hacer una cosa corta y que no sea demasiado costosa ni para mí, ni para nadie. En el vídeo que hice me pagaron por mi trabajo y eso ya fue un éxito, porque cobrar en tu primera experiencia es todo un triunfo. Después se amortizó plenamente.»
Me confiesa Inma de Santis que el matrimonio no entra en sus planes, pero sí la vida en pareja; que los fines de semana se dedica a ver cine, a pasear por el campo y a salir con sus amigos; que en cierto modo es un actriz autodidacta, pese a que estudió solfeo, ballet, danza española, dicción, voz, canto, interpretación…; que ha aprendido mucho de la gente con la que ha trabajado: José María Rodero, Irene Gutiérrez Caba, Miguel Narros, Mario Camus, Gutiérrez Aragón, Ana Marzoa; que va al cine con un criterio de espectadora; que llora mucho y que a veces se ríe un montón, pero que si la película no la engancha empieza a verla problemas de rodaje, de técnica, de imagen. Todos los defectos que muy bien conoce esta actriz que ahora está detrás de la cámara.
Texto de Carmen Fuentes y fotografías de Gonzalo Cruz
Interesante este reportaje,me llama la atención el nombre de pizpireta, ¿así le llamaban sus padres cariñosamente?. Aprovechaba muy bien el tiempo, se preparó su futuro poco, a poco, y todo relacionado con lo que quería ser, cursos de ballet, solfeo,danza,interpretación,dicción,canto,voz,licenciada en imagen y sonido,¿En el instituto de RTVE?.Pienso muchas veces, no se por qué, o quizás sí, que tendría que haber nacido en ésta época y demostrar lo que no le dio tiempo, demostrar en su época como actriz,comparándolas con la gran mayoría de las actuales españolas ,que por dos duros destape y lo que sea, en fin es una opinión particular, sin ánimo de ofender a nadie.
ResponderEliminarahora unas dudas que tengo en mente y que no sé, si son ciertas o no y quizás podéis ayudarme a solucionarlas, no recuerdo el año podría ser sobre 1987,Inma hizo un anuncio en tú tierra, el de Sidra Asturiana y lo daban en navidad, creo que lo vi dos años consecutivos, no estoy seguro,lo recordáis, creo que fue lo único en anuncios de TV que hizo.
Una pequeña aportación que quizás ya sepas, es donde nació Inma de Santis, yo tendría unos 16 años, y trabajaba como botones en una empresa en Madrid, un día compré la revista Diez Minutos,y en su portada aparecía Inma en bikini en la pedriza,(Que guapa estaba) y un reportaje en el cual decía que nació en Madrid calle limón en el numero dos o el cuatro no lo recuerdo bien, esta calle está por noviciado, la de veces que pasaba por ahí, cuando tenia que ir a los bancos a llevar cartas, aprovechaba y me escapaba un rato, y me quedaba mirando la fachada, para descubrir cual seria su ventana,nunca lo supe, corría el año de 1974, y a los 17 años me fui de voluntario a la Marina,para servir a mi país como Dios manda, con aquel famoso anuncio de Muchacho la Marina te llama.
Un saludo
Manuel.
Pues vaya, debo reconocer que cuando leí lo de "pizpireta" tuve que mirar en el diccionario su significado (Dicho de una mujer: Viva, pronta y aguda). No conocía esa palabra. Sobre sus estudios al menos me constan dos lugares, el Colegio Santa Isabel y la Escuela de Enseñanzas Artísticas Orfeo, que en su web cita a Inma como una de sus antiguas alumnas. Inma habla sobre el Colegio Santa Isabel en otra entrevista que pondré enseguida.
ResponderEliminarEl anuncio de sidra asturiana nunca lo vi. Desgraciadamente Inma fue una desconocida para mí hasta poco antes de su muerte. Mi desventaja es que nunca me ha gustado el cine español y por consiguiente no le prestaba mayor interés. Si la conocí fue gracias a su trabajo en televisión.
¡Qué recuerdos tienes! ¡Sí!, en la calle Limón creció la pequeña Inma, aunque según me han contado se independizó muy joven, a los 18 años. ¡Era tan independiente!
Gracias por el comentario, Manuel.